La paz nace de un corazón que está en paz consigo mismo y con los demás. La paz brota de un corazón que ama a todos como hermanos, que perdona las ofensas, que con humildad pide disculpas por los yerros cometidos y trata de enmendarse; un corazón que no discrimina, que tolera, que comprende, que respeta las ideas del otro, que no deja de insistir para superar todo lo que divide y es perjudicial para la vida de los humanos.
La paz se construye día a día con buenas intenciones, pero por sobre todo con buenas acciones. Busquemos con ansias que haya paz en nuestro mundo; pero primero que esa paz reine en los hogares, en las escuelas, en los lugares de trabajo y de esparcimiento. Que la paz sea la dueña de nuestras vidas o que nosotros nos adueñemos de ella… ¡Felices los pacientes!, alguien de sabiduría suprema dijo una vez… ¿Podremos lograrla para nosotros, nuestros hijos y para todos los hombres?… Está en cada uno el buscarla y construirla; entonces seremos totalmente felices, porque viviremos en paz.